RETOS Y OPORTUNIDADES EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
Por Pablo Bermúdez. Gerente de Gobierno de Microsoft en Perú, Director
de Hashtag, una agencia de redes sociales y un reconocido experto en
gobierno electrónico y sistemas de la información en Perú. Es profesor,
escritor y expone con regularidad sobre temas tecnológicos en Perú y el
extranjero.
Introducción:
Las diversas crisis económicas y políticas que están afectando a la economía, la política y la
sociedad global son el resultado de la transición entre dos eras, de modelos de negocio
que están dejando de funcionar en un mundo que está cambiando dramáticamente y en
el que sus dirigentes y gobernantes, parecen haber perdido la capacidad o la visión para
entender las nuevas reglas de juego que hoy rigen al mundo. La Sociedad Industrial y sus
reglas colapsan una a una ante nuestros ojos, mientras que se imponen las reglas de juego
de la Sociedad de la Información.
Los países y las empresas pueden ser seriamente afectados por esta revolución, para bien
o para mal, todo depende de su capacidad para entender cómo funciona hoy el mundo.
Descripción: La era industrial ha cumplido con su ciclo. Nos trajo la producción masiva de
bienes, de información a través de diarios, la radio y la televisión, de educación para
todos, marketing masivo, e incluso gobierno para las masas, compartimentalizado, vertical
pero profundamente masivo con grandes ministerios abocados a resolver los problemas
desde una única perspectiva, con ministerios de defensa, agricultura, interior, economía,
transportes, etc., sin llegar a entender que todos estos aspectos se encuentran
profundamente interconectados.
Debido a la revolución de la Web 2.0 o web social, los viejos modelos industriales están
cayendo uno tras otro. El nuevo motor de la innovación, la competitividad y la creación de
valor se ha descentralizado dejando de lado la hegemonía de las corporaciones y los
gobiernos para estar cada vez más en manos de las personas que se reconocen así mismas
como más dueñas de sus destinos que antes. Se está dando un profundo choque
generacional entre aquellos que manejan el mundo o creían hacerlo (BabyBoomers) y
aquellos que están liderando el cambio y la transformación (Gen X, Gen Y, Millenials).
La primavera árabe, los disturbios en Londres, la gran incidencia que tienen hoy las redes
sociales en los procesos democráticos, la forma en que la ciudadanía, particularmente los
jóvenes, se interesan, participan y vigilan a sus gobiernos son el resultado de una Sociedad
de la Información que ya no solo promete cambios, los hace realidad día a día y a un ritmo
cada vez más vertiginoso.
La forma en que nos organizamos, en que funcionan nuestras empresas, en que somos
gobernados se basa en modelos de control centralizado, mientras que el mundo se abre a
modelos de cooperación, colaboración y participación descentralizada. Son modelos,
formas de ver el mundo que entran en conflicto, que se contraponen y que están
causando que sólidos modelos de negocio de la era industrial fallen estrepitosamente,
uno tras otro, en un mundo globalizado, descentralizado, socialmente interconectado,
donde las tendencias y el “Word ofMouth” se definen como oleadas de información que
viajan a través de Facebook, Twitter o Youtube en tiempo real, a velocidades que apenas
le dan tiempo de reacción a las cada vez más obsoletas estructuras de la era industrial.
Esta nueva ola mundial, altruista, participativa, descentralizada fuerza a las empresas y los
gobiernos a operar de forma íntegra, transparente, abierta, colaborativa. Resistirse al
cambio es inútil, incluso suicida. Las empresas, los gobiernos, las sociedades deben
abrazar esta revolución global, que si bien se soporta sobre la Sociedad de la Información,
es un fenómeno mucho más grande que la tecnología que lo soporta… se trata de una
revolución (en todo el sentido de la palabra) de lo humano, lo social, lo ético, lo moral, de
la libertad, de los valores, donde la humanidad, sin centrarse en torno a un caudillo, se
reúne en torno a ideas y nociones fundamentales que se expresan en movimientos como
la primavera árabe.
Esta colaboración global, el casi ilimitado acceso que logramos a la información, le está
permitiendo a personas, empresas y gobiernos innovar, progresar y transformar sus
realidades de formas antes inimaginables. Apenas estamos viviendo los primeros tiempos
de esta revolución. Los gobiernos y las empresas deben aprender a escuchar, a observar y
reconocer qué es lo que está sucediendo en su entorno. Los modelos de la era industrial
nos brindaron tres siglos de riqueza, conocimiento, prosperidad y desarrollo sin
precedentes, pero a costos demasiado altos para la humanidad y para el planeta.
Ha llegado el momento de dejar atrás nuestra forma “industrial” de ver el mundo.
Enfrentamos un futuro siniestro si no lo hacemos. Es la atrofia y la inmovilidad frente a la
renovación y el renacimiento. La Sociedad de la Información es la más poderosa
herramienta para integrar personas, empresas, gobiernos, la sociedad civil y la academia
incorporando sus habilidades particulares en torno a metas nuevas y comunes, a una
visión fresca y optimista de nuestro futuro, un futuro social, económica y ecológicamente
responsable, donde podamos poner a trabajar, una persona a la vez, una institución a la
vez, todo nuestro compromiso, nuestro entusiasmo, nuestra pasión, nuestra creatividad
para innovar y construir el barrio, la ciudad, el país, el mundo que queremos para nosotros
y nuestros hijos.
Debemos abrazar la pasión y la inquietud de nuestros jóvenes, debemos escucharlos con
atención, ellos son lo que alguna vez fuimos nosotros: soñadores, idealistas, personas
llenas de energía, con valores profundos, con ganas de hacer de este pequeño planeta
azul un mejor lugar para vivir. Debemos respetarlos profundamente. Hoy, nosotros, los de
más edad, vivimos en SU mundo. La Sociedad de la Información es SU universo, la web 2.0
es SU territorio. Ha sido creado por ellos, por estos nativos digitales que solo están
esperando reemplazarnos, esperan su tiempo en la historia para cambiarla, para dejar
atrás nuestra indiferencia, nuestra insaciable sed de riqueza, están listos para limpiar todo
el desastre que hemos dejado en el camino.
Seamos entonces parte del cambio, parte de la transformación, parte de la renovación,
del renacimiento de una humanidad que al unirse a través de las redes, busca destruir a
golpes las viejas reglas que rigieron el sistema.
Abramos los ojos, la “vieja economía” añora las condiciones del pasado, aquellas que le
eran conocidas, aquellas que creía controlar. Vivimos en tiempos de una profunda
incertidumbre, no podemos predecir el futuro, las tendencias del mercado, las
preferencias de nuestros consumidores, la próxima toma de calles, la próxima revolución.
¿Quiénes se están beneficiando de esta revolución global? Los gobiernos, las sociedades,
las empresas y las personas que se detienen a entenderla. Cuando Apple supera a
Microsoft y a Exxon como la empresa más grande e influyente del mundo nos está dando
a todos un gran mensaje: Entiende la nueva Sociedad de la Información, innova
incesantemente, entiende a tu consumidor, lidera la transformación. Cuando Corea del
Sur, Singapur, Canadá, Noruega o en nuestra región Colombia, ponen en funcionamiento
nuevos y revolucionarios modelos de gobierno electrónico, no solo están haciendo más
competitiva a su economía, o haciéndole más cómoda la relación con el gobierno a sus
ciudadanos, están fortaleciendo el sistema democrático, haciéndolo más inclusivo, abierto
y transparente.
Nicolás Sarkozy, dijo, en referencia a la reciente crisis financiera global: “Esta no es solo
una crisis financiera global, es una crisis de la globalización” y llamó a los gobiernos a
corregir el desbalance sistémico que llevó al triunfo de los mercados sobre la democracia y
la justicia. Los mercados han triunfado justamente porque nuestros modelos de gobierno
y democracia están fallando calamitosamente. Pero no se trata de acuerdos entre
gobiernos, mejorar el control fiscal o la colaboración intergubernamental, se trata de
entender y aceptar que vivimos en un mundo distinto, con reglas de juego distintas que
gobiernos y empresas, deben, con la mayor humildad y atención, buscar entender y
respetar.
La web es la nueva plataforma informacional para todo. Es en ella donde nos reunimos a
tomar decisiones colectivas en base a múltiples conversaciones. Es allí en la web donde los
gobiernos se hacen transparentes, donde se genera hoy la opinión pública, donde se
gestan revoluciones, donde se reúne la gente en torno a metas alturadas, donde la gente,
las personas y las naciones definirán su rumbo individual y colectivo. No se trata de hacer
pequeños ajustes a nuestras instituciones, a los modelos o las estructuras que nos rigen.
Es la revolución de lo social, donde cada uno de nosotros, como ciudadanos, padres de
familia, empleados, votantes, consumidores, miembros de una comunidad, en nuestras
múltiples facetas, nos comprometemos individual y colectivamente en torno a visiones
comunes que nos completen y nos permitan realizarnos como personas concientes de su
destino en la aldea global.
Conclusión:
Los países en vías de desarrollo tienen una enorme responsabilidad con respecto a las
nuevas reglas que rigen las relaciones sociales, económicas y políticas en la Sociedad de la
Información. La revolución de lo social a través de lo digital, presenta oportunidades
únicas para dejar atrás el subdesarrollo, consolidar sus democracias, brindar nuevas
oportunidades a los jóvenes, construir espacios de diálogo entre gobernantes y
gobernados, proteger y reforzar la riqueza cultural y generar riqueza y bienestar.
No tomar acción ante una revolución que está afectando todas las formas del quehacer
humano sería un error imperdonable. Si las naciones y las empresas más desarrolladas
están abrazando con entusiasmo la Sociedad de la Información, con mucha más razón, los
países en vías de desarrollo que sufren de muchas más carencias, injusticias y
desequilibrios, tienen la responsabilidad histórica de no dejar pasar los beneficios y las
oportunidades inherentes a la Sociedad de la Información, a la Web 2.0 y a la nueva
sociedad digital global.