REPOSICIONEMOS AL LIDER
Por Sandra Díaz Peña (especialista en Educación, Colombia)
El uso frecuente e indiscriminado de ciertos términos hace que estos se tergiversen y que su esencia se pierda; esto se exacerba aún más, cuando por diversas razones estas palabras se ponen de moda en las diferentes sociedades. Es entonces, cuando las personas resuelven usar la famosa palabra para todo, acomodándola a su propio entender, sin reparar en el efecto devastador que tiene en la esencia del término.
Para mí, esto es lo que ha ocurrido con el término de “líder”. Muchas personas lo consideran como aquella persona que es capaz de convocar a otras, generar interés y movilizar acciones encaminadas a un objetivo específico. Estos líderes son y han sido por lo tanto, los autores de grandes movimientos sociales importantes, que en muchas ocasiones logran cambiar el mundo y las sociedades, para bien o para mal.
Este enfoque, que realmente recoge un factor fundamental en la esencia del ser líder, olvida la importancia del actuar éticamente. Es así como se consideran líderes a grandes personalidades de la historia que han sido reconocidos por su poder para generar mafias, magnicidios, torturas, y grandes robos. ¿No será que estas personas no deberían ganarse el status de líder, ni ser reconocidos por los demás, de tal manera? ¿No será que acaso esta “investidura” les queda grande a quienes se motivan solo por su propio beneficio o el de un grupo reducido, desconociendo los límites de la ética y el impacto negativo que tiene en otros?
Mi propuesta consiste en reposicionar el término de líder, volviendo a su esencia, como aquella persona que logra generar cambios sociales a partir de su proceder ético, que atrae y motiva a otros a seguir sus ideas, planteamientos o acciones. Es por lo tanto, quien logra ganarse la confianza de los demás por su proceder dentro de los valores éticos y por cumplir cabalmente con la función que asume. Sin estos dos componentes -ética y efectividad-, el liderazgo de esta persona y la bandera que enarbola, están llamados a morir, tarde o temprano.
Muchas personas surgen como líderes de sus grupos, pero tienen una corta vida. Son “flor de un día”, mientras los demás se dan cuenta que su discurso es vacío, no es coherente y que los usan para su propio beneficio. En ocasiones, estas personas terminan siendo llamadas como charlatanes, embaucadores o “culebreros”, como los conocemos en Colombia. Estos eran unos personajes que viajaban de pueblo en pueblo, con una serpiente moribunda y un cargamento de remedios mágicos, que supuestamente, eran capaces de recuperar la salud de cualquier persona, independientemente de su dolencia o condición física. Montaban un espectáculo en medio de la plaza del pueblo y con miles de palabras exóticas y entroncadas en un discurso altamente llamativo, hacían que las personas se arremolinarán a su alrededor y terminaran comprando cuanto remedio mágico, él les sugería.
Para muchos estos podrían ser líderes rurales, pues lograban arrastrar a la gente a comprarles y creer en sus ungüentos y gotas mágicas, hasta el punto que sus clientes se convertían rápidamente en los mejores difusores, entre los demás miembros de su comunidad. Sin embargo, con el tiempo los compradores se daban cuenta que los remedios mágicos no servían y por lo tanto, ese culebrero rara vez podría volver al mismo pueblo.
Con esta contextualización, quiero proponer un tema para nuestra propia reflexión como miembros de IANA. Si queremos lograr resultados duraderos y de verdadero impacto, nosotros debemos ser los primeros en asumir el reto de ser líderes en toda la extensión de la palabra; es decir, seamos dignos de ser reconocidos como líderes, en tanto que actuamos de manera ética y efectiva. Por consiguiente, debemos cumplir con nuestro compromiso adquirido en el cumplimiento de las metas trazadas, de manera correcta, siguiendo los acuerdos hechos por nosotros de manera transparente y honesta, con nuestra propia comunidad y con los grupos externos, con quienes tengamos que interactuar.
Seamos verdaderos líderes! Nuestra responsabilidad es grande y el reto enorme, servir como líderes fundadores de IANA en una comunidad de líderes IVLP.
Sandra Díaz P.